Antoniofobia

Ahora en esto de encontrar el amor se lleva hacer una lista de estándares.

Es como hacer la lista de la compra.

¿Cómo lo quieres?

Pues cariñoso, ojos verdes, que me haga reír, que sea alto y guapo, que me empotre contar la pared, blablabla...

Es un ejemplo ficticio, eh.

 

Entonces, tengo una amiga para la que un estándar importantísimo en su búsqueda, diría prioritario, es que el tipo en cuestión no se llame Antonio.

O sea, ya puede ser un modelo filósofo como Jon Kortajarena, que como se llame Antonio está descartado.

¿La razón?

Antoniofobia. 

Simplemente, odia ese nombre.

Estéticamente le parece un nombre horrible. 

Y ya.

Y me parece muy bien.

Oye, cada cual con lo suyo.

Como ves, las personas somos impredecibles.

Te puedes pasar una vida imaginando lo que piensa tu cliente potencial, lo que dice, lo que oye... 

Que seguro que no se te ocurre pensar que si te llamas Antonio, igual no te va a comprar.

Y esta impredecibilidad... impredicibilidad, imbreimbecilidad ¿? 

¿Cómo se dice?

Bueno, que eso se ve bastante cuando escribes un email diario.

El que envías pensando que vaya pedazo de email que has escrito, nada, pocos clics, ni una respuesta.

El que te parece un truño porque lo has escrito corriendo...

Tasa altísima de clics, respuestas, ventas.

Y te quedas mirando las estadísticas y dices: 

Ma.... 

Y pones cara de merluza.

Pero esto tiene una sencilla explicación:

Somos cada uno de nuestro padre y de nuestra madre (o de dos padres, o de dos madres, o de una madre sola... Hay que ver lo que se complica la cosa ahora) y nos emocionan y mueven cosas muy distintas.

Vale.

Pero ante esto, ¿qué? ¿Cómo lo manejamos?

Lo mejor, escribir muchos emails.

Más intentos, más aciertos.

No hay más ciencia detrás.

Suscríbete a mi newsletter y descarga GRATIS un documento con:

3 estrategias sencillas para aumentar la facturación de tu web en pocos días (y un truco persuasivo que aprendí robando gnomos de jardín)

Siguiente
Siguiente

La IA te ahorra tiempo (absurda obsesión)