Perdí el tornillo que me falta

Dice mi madre que cuando yo tenía 2 años me pasaba horas mirando revistas del corazón y álbumes de fotos.

Los álbumes de familia están destrozados por eso.

¿Qué sería lo que buscaba en esas imágenes?

También, más o menos a esa edad tuve una neumonía que casi me deja en el sitio.

Bueno, al menos mis padres lo cuentan con mucho susto.

Un poco más mayor, en el comedor del colegio, después de la comida, nos ponían en fila para repartir chocolatinas.

Yo decía que yo no podía, que tenía el hígado débil y rechazaba mi chocolatina.

A día de hoy no tenemos claro si yo tenía el hígado débil o era solo mi hermana y yo lo asumí como cosa mía.

Un día me comí el botón rojo de una máquina de marcianitos.

No sé, lo vi apetitoso. Después lo vomité.

Todo bien.

Otro día, mi hermana me fue a dar la vuelta a la campana y me estampó contra el suelo.

Calculó mal.

Yo me hice un buen chichón.

Igual fue ahí donde perdí el tornillo que me falta.

No sé qué película habría visto, pero recuerdo, con unos 6 años, dejar caer un guante rojo en el suelo de mi clase.

Esperaba que lo recogiese el chico que me gustaba y que me besase la mano, como en las épocas de damas y caballeros.

Lo recogía siempre Don Miguel, el profesor.

Cuando Don Miguel se enfadaba, nos cogía por los pies y nos sacudía boca a bajo.

Cuando se enfadaba mucho, nos cogía de la oreja fuerte y nos llevaba al rincón de pensar.

A mí solo me lo hizo una vez, creo.

Y no fue por lo del guante.

Un poco más mayor, con unos 10 años, fuimos a un balneario con mi familia.

Yo me hice amiga de un perro.

Lassie lo llamaba.

Nunca me gustó dormir la siesta, sentía que me perdía algo, así que me daba largos paseos con mi amigo el perro.

Uno de los paseos fue tan largo que creían que había desaparecido y me buscaron asustados.

Lo de las siestas cambió, ahora las duermo con gusto. 

En otras vacaciones, en Francia, pensé que íbamos a la playa ese día y solo me puse el bañador.

Resultó que no, que el programa era visitar pueblos.

Las fotos están en esos álbumes destrozados.

Mi familia vestida.

Yo en bañador, como una sirena varada. 

Hace pocos años, en la playa, mi amiga Sandra, llorando de la risa me decía que no volvería de vacaciones conmigo. Que le iba a dar algo de tanto reír.

Yo no me creo especialmente graciosa, pero con ella no podemos parar.

Recientemente, alguien me dijo que nos entendíamos muy bien por ser Géminis y Libra.

Yo levanté la ceja izquierda, que es la única que sé levantar, y eso ha debido de hacer que se entrometa Urano en el medio. Hemos dejado de entendernos.

Hablando de ser Géminis.

El 15 de junio es mi cumpleaños.

Mira.

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