Maquillo muertos* y vivo en Palermo porque vi en una peli de Woody Allen que en un futuro todos los hombres serán impotentes menos los de ascendencia italiana.
De estas cosas hablo en mi email diario y, mágicamente, consigo relacionarlo con los servicios de copywriting que ofrezco.
Gajes del oficio.
*Te explico lo de los muertos…
Esto me sucede a menudo.
Cuando me preguntan que a qué me dedico, respondo:
—Soy copywriter.
—¡Ah! Interesante...
—¿Sabes lo que es?
—Sí, claro, lo de los derechos de autor…
—No.
—Escribo como tú hablas para que vendas más con tu negocio.
Bueno, no es tan sencillo, pero más o menos un copywriter hace eso.
Cuando no quiero enrollarme digo que maquillo muertos.
Es más divertido.
Se lo contaba a un amigo y me decía que, al fin y al cabo, un copywriter debería escribir textos que levanten a un muerto, con lo que tampoco hay tanta diferencia.
Se me olvidaba.
También digo que escribo un email diario.
—¿Para qué?— Me preguntan.
—Para vender todos los días puesto que todos los días vivimos.
Cuando tenía 10 años dibujé una casa circular.
El dibujo estuvo años bajo el cristal de la mesa camilla, como en la vitrina de un museo.
Tiempo después, alguien me dijo que las casas circulares son casas sin memoria, que favorecen la circulación. No permiten acumular, pues es difícil poner estanterías o cuadros en sus paredes.
Son casas para el que está de paso.
Para nómadas.
Pues bien.
Yo no soy nómada, nada de eso. Pero toda mi vida he buscado un trabajo que me permitiera vivir en Italia.
Una profesión que, además de darme esa libertad, me permitiera ganar dinero. Y con la que me divirtiera.
Supe que era el copywriting el día que una amiga me dijo...
«Creo que ser copywriter era lo que te deparaba el destino... De todas las cosas que te he visto hacer, esta es la que te hace brillar».
Lleva toda la razón, y además, esta amiga me ha visto hacer de todo. Cosas, algunas muy absurdas como pintar pájaros, que no te voy a contar ahora porque no es cuestión de aburrir…
Pero en mis emails diarios a veces salen estas cosas, en plan abuela cebolleta.
Pero… ¿quién es Ana Zaragoza realmente? ¿Es peligrosa?
Es la pequeña de tres hermanas. Caprichosa y tozuda hasta el aburrimiento.
También es algo maniática, aunque todavía puede pisar las rayas de los baldosines sin entrar en crisis.
Abre el buzón todos los días, pero nunca hay cartas de amor.
Una noche de verano robó un gnomo de jardín. Eso te lo cuenta en cuanto te suscribes a su lista de correo.
Habla italiano casi como una nativa. Ella cree que es porque se enamoró de un napolitano con ojos de gato, pero te digo yo que es porque en otra vida fue italiana.
Pasó una Nochevieja en la casa de Stephen Hawking y no supo qué decirle. Ya, esto no se lo cree nadie, pero te prometo que es cierto.
No parece peligrosa, pero para confirmarlo no te queda más remedio que apuntarte a su lista de correo.
Alguien me dijo que las personas somos más naturales serias. Por lo visto, pasamos más tiempo así que sonriendo. Por eso, esta foto.
También me dicen que tengo una voz bonita.