Daniel Sancho tremendo disparate

Mario Biondo era la comidilla del momento, hasta que, ¡oh! sorpresa, aparece Daniel Sancho con el suceso del verano. 

Joder.

No creo que sea la única que, desde que saltó la noticia a los medios, busca cada mañana novedades sobre el caso en Google.

Somos morbosos, por eso se forman colas en las carreteras cuando hay un accidente y Netflix está lleno de asesinos en serie.

No hay mucha discusión en esto.

Pero lo de este chico está siendo tremendo.

Cada vez que él o su familia abren la boca, sube el pan.

Y mira que Rodolfo Sancho está en mi lista de posibles maridos, bueno, ya no, claro, menudo marrón. 

Pero vaya cuajo que tienen.

Esta mañana un amigo me ha puesto al día del caso...

La familia de Sancho dice que "siente mucho el fallecimiento de Edwin".

En mi pueblo, cuando uno fallece no se desintegra en 14 trozos y se esparce por arte de magia en su entorno.

No sé.

¿Qué tal llamar a las cosas por su nombre?

Pero en fin.

El disparate precedente era el asesino confeso de colegueo con los polis cenando en el restaurante más guay de la isla, usando su teléfono móvil... Imagino que, entre llamada y llamada, ya que estamos, habrá aprovechado para borrar alguna prueba (porque lo que ya se sabe es que ha cerrado su cuenta de Instagram y ha quitado a la víctima de sus seguidores, tanto, ya no le puede poner más likes), y dejando claro lo bien que se está portando.

Buen chico, solo que con la última travesura igual te has pasado tres pueblos.

Suena al clásico niño caprichoso que consigue todo lo que quiere, se aprovecha de las circunstancias, pero luego, si algo no le cuadra, se pone el delantal de carnicero.

Pero no sé ¡eh!, llámame loca. 

Igual la tierra es plana y este chico ha sido víctima de un complot marciano que nosotros, terrícolas, no podemos comprender.

El caso.

Me he quedado con ganas de leer un artículo de Manuel Jabois, pero ya había cubierto el cupo de artículos gratis en El País.

Así que, hasta el momento, el mejor artículo que he leído sobre el tema es el de Alberto Rey en El Mundo.

Este párrafo me interesa especialmente:

Ya hemos aprendido que cuando una empresa online parece no estar vendiéndote nada es que el producto eres tú. Ahora toca sumar dos y dos y asumir que nadie da duros a cuatro pesetas ni estancias en Dubai (o en Tailandia) por tu cara bonita. Bueno: por tu cara bonita sí, pero por tenerla en propiedad. O en alquiler. Ustedes me entienden. Aunque a veces quizá estés comprando (o alquilando) un psicópata.


Bien.

Cambio de tercio radical.

Desmembremos el párrafo anterior y quedémonos con esta frase:

Cuando una empresa online red social parece no estar vendiéndote nada es que el producto eres tú.


¿Qué piensas? ¿Que tu negocio es tu cuenta de Instagram?

Instagram es el negocio de Instagram, o cualquier red social es su propio negocio, no el tuyo.

Por eso te dejan creer que ahí está la mandanga, porque el producto eres tú.

Calma.

De una cárcel en Tailandia igual no se sale, pero de esto sí…

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