No vuestros culos, vuestras caras
La risa relaja mucho.
Y además (esto te interesa anotarlo mentalmente) elimina la tensión en un proceso de venta.
Verás.
Allá por el año 2002, parece que hace ya una eternidad, yo viví más de un año en Edimburgo.
Es un lugar muy especial, pero eso de que anocheciese a las 3 de la tarde y que luego hubiese dos meses prácticamente sin noche, me volvió un poco tarumba.
El caso es que vino a verme una muy querida amiga de la universidad.
Es una persona genial, de esas personas que piensas que tienen una estrella porque parece que todo le sale bien.
Pero no es nada de eso, es que ella tiene una actitud de estrella, por eso le va tan bien.
Bueno.
Éramos jovencitas y ella estaba con esa tontería de robar en algunas tiendas.
Vamos, que no era cleptómana ni nada de eso.
Tampoco lo necesitaba.
Lo hacía por juego, por demostrarse así misma que tenía ese poder.
Y lo hacía taaaan bien...
Recuerdo verla salir de un supermercado pagando todo en la caja, sonriendo mucho al cajero y llevándose un aguacate que no había pagado en la mano.
Lo hacía con una naturalidad pasmosa.
Artista.
El caso es que no sé qué idiotez cogió en una tienda, me parece que era un espejito de plástico rosa, una chorrada monumental... que al salir aquello pitó.
¡Qué vergüenza!
Nos lo merecíamos, la verdad.
Y nos metieron en el cuartucho.
El tipo parecía que estaba muy enfadado y nos hizo vaciar los bolsos, nos pidió nuestros documentos, algo dijo en inglés como... claro, españolitas teníamos que ser...
Y lo siguiente fue decirnos que iban a poner fotos nuestras por todas las tiendas que tenían en el mundo y parte del universo para que no pudiéramos entrar ni comprar en esa cadena.
Y entonces dijo...
«Poneros en esa pared que os voy a hacer una foto».
Y mi amiga y yo, entre los nervios y que los escoceses hablan inglés pero parece chino, nos pusimos mirando a la pared.
Entonces el tipo dijo:
«No quiero una foto de vuestros culos, quiero una foto de vuestras caras».
Imagina.
Rompimos a llorar, pero de la risa.
Nosotras y el tipo que hacía de poli malo.
Y en la foto salimos descojonadas.
Toda la tensión desapareció y ya tan amigos.
Pagamos y nos fuimos.
Vamos, que esto no es ningún alegato al robo ni tampoco a que tengas que parecer un payaso para vender.
Solo digo que, si tienes sentido del humor, igual te conviene usarlo.
¿Dónde?
Por ejemplo, en los textos de tu web y en tus emails.
¿No sabes cómo?
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