Al oeste en Filadelfia
Estaba la pandemia, luego una guerra y ahora solo existe la bofetada de Will Smith.
Vamos a ver.
No paro de ver gente escandalizada condenando la reacción de Will Smith ante el chistecito del cómico en la gala de los Óscar.
Que si ha sido un acto heteropatriarcal, que si menudo ejemplo, que si encima son dos negros y entonces alimenta el estigma, que si, que si...
¿Estamos locos o que?
Un único comentario inteligente he leído en facebook.
No condena, se hace preguntas.
Se pregunta, entre otras cosas, qué hubiese hecho en su lugar.
Mira.
Ayer cruzaba un paso de cebra con el semáforo en verde para los peatones.
Antes te recuerdo que vivo en Palermo y aquí los semáforos son como árboles de navidad para los conductores.
Una cosa verde con lucecitas.
Se los saltan tranquilamente.
Bien.
Pues iba yo cruzando cuando una moto se me echó prácticamente encima.
No era la primera vez, desde luego.
Pero llega un momento en el que por lo que sea se te hinchan los cojones, aunque no los tengas.
Mi momento fue ayer.
La moto frenó, yo me paré, me giré, miré al conductor a los ojos y le grité:
(En español, porque cuando me enfado me sale la bailaora flamenca que llevo dentro)
¡QUE ESTÁ EN VERDE, JODER!
¡¿ES QUE NO LO VES?!
¡ES
TÁ
EN
VER
DE!
Me giré de nuevo.
Volví a mi compostura de mujer delicada y dulce y acabé de cruzar la calle tranquilamente.
De verdad, no sé lo que hubiera hecho si yo midiese 2 metros y tuviese los bíceps de Will Smith.
Pues igual le hubiese tirado de la moto.
Más que nada porque yo soy joven, tengo reflejos, voy atenta... pero me imagino una viejecita cruzando la calle y me llevan los demonios.
En fin.
Esto por un semáforo.
Sinceramente, tampoco sé cómo hubiera reaccionado si hubiese estado en mi asiento de los Óscar y un payaso se hubiese empezado a meter con la enfermedad de mi marido.
Pues igual me levanto y una bofetada no, pero le zarandeo como puedo.
Vale.
Con esto no quiero decir que defienda, respete o apoye la reacción de Smith.
Nada de eso.
La violencia no me parece la forma más adecuada de resolver conflictos.
Pero desde luego, entiendo al Príncipe de Bel-Air.
Creo que su reacción fue profundamente humana.
Y la bofetada se la merecía el payaso.
¿Había que llegar a darla esa bofetada?
Pues mejor no.
Pero merecerla, la merecía.
Y punto.
Pero bueno.
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